
Pies descalzos
Con los años vamos perdiendo la inocencia, que no es otra cosa que la sabiduría que nos regaló Dios.
Una niña estaba parada frente a una tienda de zapatos en una calle, descalza, apuntando a través de la ventana y temblando de frío.
Una señora se acercó a ella y le dijo:
— “Mi pequeña amiga, ¿qué estas mirando con tanto interés en esa ventana?”.
— “Le estaba pidiendo a Dios que me diera un par de zapatos”.
Fue la respuesta de la niña.
La señora la tomó de la mano y entraron en la tienda. Le pidió al empleado media docena de pares de calcetines para la niña.
Preguntó si podía darle un recipiente con agua y una toalla.
El empleado le trajo lo que pidió. Ella llevó a la niña a la parte trasera de la tienda le lavó los pies y se los secó.
El empleado llegó con los calcetines.
La señora le puso un par a la niña y le compró un par de zapatos. Le acarició la cabeza y le dijo:
— “¡No hay duda pequeña amiga que te sientes más cómoda ahora!”.
Cuando ella daba la vuelta para irse, la niña le agarró la mano y mirándola con lágrimas en los ojos, le preguntó:
— “¿Es usted la esposa de Dios?”.
Cuántas verdades misteriosas tienen a veces las pequeñas respuestas de los niños
Extraído de un power point por el H. Félix Benedico
Paterna enero de 2018