Estaba mirando las reflexiones de otros tiempos cuando he descubierto una fechada en febrero de 2013, cuando estuve en Pont d’Inca para que me operasen del túnel carpiano.

Me ha parecido muy interesante y adecuada a los tiempos presentes: Junio de2022.

Os la ofrezco para que disfrutéis de su lectura y reflexión

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Hace tiempo, tuve un vecino cuyo “hobby” era plantar árboles en el jardín de su casa de campo. A veces observaba desde mi propia finca llena también de árboles semi-superficiales y que crecían adecuada y rápidamente para mis gustos.

Al observar los de  mi vecino me di cuenta, de que su crecimiento era lento. Él nunca los regaba; quería que las raíces profundizasen la tierra en busca del aguan subterránea. Para eso se contentaba con remover bien la tierra antes de sembrarlos.

Pasado un tiempo tuve que trasladarme a vivir a otro país y olvidé la historia de los árboles. Estos fueron creciendo según sus circunstancias.

Al retornar, dando una vuelta por mi antigua casa. Observé un gran bosque de arbolado donde antes había arbolitos.

Un viento huracanado y frío dominaba la urbanización. El arbolado de la calle bailaba al son del viento, llegando a arrancar algunos árboles. Otros estaban arqueados y desgarrados como no pudiendo resistir el vendaval. Observé la finca vecina estaban sólidos, prácticamente no se movían, resistiendo implacablemente aquella ventolera

Las adversidades por las cuales aquellos árboles habían pasado al ser privados del agua, daba la impresión de haber recibido el mejor de los tratamientos

Efecto curioso, me dije: Hay que arraigarse para soportar las tormentas y pensé razonando:

Todos rezamos por nuestros alumnos y alumnas. La mayoría de las veces pidiendo para que sus vidas sean fáciles y suplicamos a Dios: “Dios mío, libra a mis alumnos de todas las dificultades y agresiones de este mundo”.

Me parece que ya ha llegado el momento de cambiar nuestras oraciones al Padre.

Y este cambio nos lo exige la vida que  Él nos ha dado.

Como dice A. Van Buren “Si quieres que tus hijos tengan los pies sobre la tierra, colócales alguna responsabilidad sobre los hombros” 

Oremos no para no tener dificultades, sino para vivir y desarrollar raíces fuertes y profundas, de tal manera que cuando lleguen las tempestades y los vientos helados soplen, resistamos con valor y no seamos dominados.

Pont d’ Inca, 2013

PONT D’INCA 2022

Un Hno. de La Salle

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